SECCIONES

... Y TODO RECTO HASTA EL AMANECER

Si sabes lo que significa, no te digo nada más, nos vemos allí y lucharemos con los piratas, las fieras y los indios, danzaremos con las hadas y comeremos pasteles imaginarios con los niños perdidos. Si aun así no lo sabes... quizás perdiste un algo dentro tuyo que te impide ver las cosas sencillas e importantes que hay a tu alrededor... búscalo y empezarás a ser feliz.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los deberes y yo (o como un anuncio te podía arruinar las vacaciones)

Se puede decir que no he tenido nunca problema en los estudios, he pasado los cursos uno tras otro, sin repetir y dentro de lo que se considera y se llama "buen estudiante".  A pesar de todo, la historia de mi vida ha estado llena de un agobio impresionante ante todo lo que supusiera ir al colegio o cualquier lugar relacionado con la enseñanza.  Nunca me ha gustado, siempre me ha aburrido y desde primaria me he pasado la gran mayoría del tiempo intentando sobrevivir al tedio que me ha producido ir a clase.

Mi padre os diría que no he sabido aprovechar mis posibilidades, que le doy mil vueltas a muchos y me he conformado siempre con lo mínimo y que no tengo aspiraciones en la vida (si, cosas de esas que dicen los padres que si las pensaran igual no las dirían).  La mama os dirá que, aunque se mi potencial no lo aprovecho pero que ha desistido ya de decirme nada porque al final sabe que haré lo que me de la gana, su frase es "hija mía, estás desaprovechada".  Yo simplemente os diría que soy quien quiero ser y punto y aspiro a eso, ni  más ni menos.

Mi época de primaria me la pasé intentando escurrir el bulto de los deberes.  Nunca entendí su sentido (ni lo entiendo), bastante me aburría en las clases como para tener que repetir, al salir, lo mismo que había estado haciendo.  Si ya sabía multiplicar, ¿por qué tenía que hacer en casa 20 multiplicaciones más? o ¿por qué tenía que estar escribiendo una y otra vez la letra M en una lista interminable de palabras si ya había entendido perfectamente que delante de P y de B se tenía que escribir?... a ver, con sinceridad, si yo ponía la M automáticamente sin leer ni tan siquiera las palabras.  Yo lo que quería era salir, correr, jugar a fútbol, ver la tele y tumbarme en el sofá a leer cómics y no me daba tiempo a todo ¡como para además hacer los deberes!.

La mama (esa saaaaaanta como dirían las titas) intentaba por activa y por pasiva que al llegar a casa me sentara a hacer las tareas que los "simpáticos" profesores nos mandaban cada día.  Me ponía en la silla una y otra vez, luego pasaba a sentarme cerca suyo mientras ella trabajaba en su máquina de coser (era modista) para tenerme vigilada y que no me escapara.  Al final, después de gritos, lamentos al cielo y demás cosas que hacen las madres cuando les sales por donde ellas no quieren, incluso intentaba hacerlos conmigo... nada, sin resultados, muchas noches me iba a la cama con mis hojas sin rellenar.

Eso era un día tras otro, lo cotidiano en mi vida escolar.  Al día siguiente, en clase, mientras el profe explicaba cualquier cosa, si yo intuía que pediría los deberes, corría a hacerlos y de normal, me daba tiempo (si, deprisa y corriendo y seguramente no en condiciones, pero me ahorraba la bronca y el castigo que era de lo que se trataba).

Terminé por perfeccionar el arte de saber lo que los profes querían y empecé a limitarme a leer solo de los libros aquello que yo sabía que preguntarían seguro o que por probabilidades de ensayo-error me daba un porcentaje elevado de aciertos como para que se pensaran que me había esmerado lo suficiente.  Así los libros de lectura obligatoria se me hacían bastante más cortos y las tareas a terminar se reducían a algunos pocos ejercicios clave.

Todo y con eso, la frase de los profesores cuando pedían hablar con la mama al entregar las notas era... "no se esfuerza lo suficiente""sabe que haciendo lo mínimo ya saca más que otros y pasa de hacer mas" comentarios que hacían que al llegar a casa sufriera sermones variados por parte de mis progenitores a pesar de haber aprobado todo con buenas notas.

Entonces llegaban las vacaciones estivales, ¡por fin! sin clases, con todo el tiempo para jugar... pues ¡no! allí estaban los cuadernillos de verano y los libros para leer.  Según los profes y los papas... hay tanto tiempo libre en esta época que eso es para que no te aburras y para que no olvides lo que has hecho durante el curso.

La cosa es que, según mi punto de vista, ni me aburría con tanto tiempo libre, ni me olvidaba de lo que había hecho en el curso.  Imposible olvidarse, si nos habían machacado a repetir una y otra vez hasta la saciedad las mismas cosas (aun cierro los ojos y veo caer letras M delante de P y B).

La verdad es que ahora que lo pienso, me da un poco de pena no haberme aplicado más, pero solo por lo que le hice pasar a la mama que era la que andaba todo el día detrás mio, porque no me arrimaba a los libros ni por despiste.  Como mucho, cuando me terminaban sentando obligada en la silla frente a ese material de tortura infantil, me limitaba a pasar las hojas viendo los dibujitos, ponía mi nombre en la primera página y hacia algunos pasatiempos que siempre llevaban los cuadernillos odiosos, así como para hacer más atractivo el contenido.

Lo jodido de la etapa estival era que, por la educación que mis papis me han dado, me asaltaba la conciencia de tanto en tanto.  Si, aunque aveces no lo parezca tengo de eso, no soy una inconsciente total.

Sobre todo, hay que decirlo, me asaltaba cuando la última semana de agosto veía por la tele el anuncio que todo niño que se precie odia con toda su alma... "la llegada de los corticoles". Bastante malo es intuir que se terminan las vacaciones como para que vengan los señores de unos grandes almacenes y te pongan un grupo de niños sonrientes que estan deseando entrar en las aulas y te recuerdan que en breve volverás a la rutina y al tedio ¡traidoreeeees!

Mi conciencia saltaba de pronto y me hacía ver que empezaba la cuenta atrás y que mi obligación, que era hacer los deberes de verano, no la había cumplido.  Entonces llegaba el sudor frío, la inquietud, malestar y una necesidad de hacer algo sin saber el que.  Supongo que los psicologos hoy en día dirían que eso es un ataque de ansiedad... y si, ansiedad era lo que me entraba.

Lógicamente la mejor manera de quitarme esa sensación era irme a jugar y olvidar que llegaba septiembre, incluso cuando este ya había llegado, viviendo en un perpetuo mes de julio hasta que mi madre me mandaba a la cama el día antes de clase, el cual no podía dormir pensando que llevaría todas mis hojas y mis cuadernos solo con mi nombre puesto y la sopa de letras terminada.

Los cuadernos santillana y edebe, los profes adictos a las tareas en casa y sobre todo el anuncio de los corticoles arruinaron muchos momentos felices de mi infancia, así que este año no he podido más que compadecerme de mis pobres sobrinitos porque, a finales de agosto, junto con los corticoles, llegaban llenos de niños sonrientes (¡traidoreeeees!) otros anuncios de centros comerciales vendiendo chandals o libretas y bolígrafos.

¡Resistir pequeños míos, yo os apoyo y os entiendo!

* Dedicado a mis sobris que sufrirán por triplicado el ataque mediático chafa vacaciones y a mi mama que se pasó mi infancia persiguiéndome y pensando que no haría nada de bueno en la vida si de los deberes dependiera.

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