SECCIONES

... Y TODO RECTO HASTA EL AMANECER

Si sabes lo que significa, no te digo nada más, nos vemos allí y lucharemos con los piratas, las fieras y los indios, danzaremos con las hadas y comeremos pasteles imaginarios con los niños perdidos. Si aun así no lo sabes... quizás perdiste un algo dentro tuyo que te impide ver las cosas sencillas e importantes que hay a tu alrededor... búscalo y empezarás a ser feliz.

lunes, 25 de abril de 2011

CUADERNO DE BITÁCORA DE UN CONTRAMAESTRE

24 de Abril.

Hoy es el gran día. El galeón, majestuoso e impresionante te invita a subir al puente. Ese momento que tanto habíamos esperado, que tanto anhelaste durante meses y que parecía que no quería llegar está apunto de hacerse realidad. Sube, te espera, pero antes, llévate el abrazo de un amigo y un par de consejos de alguien que ya se ha embarcado más de una vez.

Haz grande tu cuaderno de bitácora, el océano está lleno de islas por descubrir y tesoros que esperan ser desenterrados. Pero se prudente, la belleza de su inmensidad es un arma de doble filo que puede llegar a desesperarnos, a arruinar la paciencia del más templado cuando pasan los días y no se avista la tierra deseada, a engatusarnos con su belleza y atraernos hasta su fondo, oscuro, frío y silencioso.

Guárdate de él, domínalo, haz que te respete como tu lo debes respetar, no dejes que te doblegue pero se flexible para aguantar mejor los envites del oleaje.

Pesca en sus aguas, recibe lo que te ofrece, déjate guiar por los delfines y admira las bellas criaturas que saldrán a la superficie al izar las redes. Están ahí para tí.

Pero recuerda que en él también habitan otros seres, terribles y mitológicos, pero no por ello menos reales. Sirenas que buscan perder el alma de los marineros que escuchan sus cantos, monstruos de grandes tentáculos que pretenderán arrastrarte con ellos hacia el fondo o ballenas fantasmagóricas que, como al viejo Achab, te obsesionarán y te impedirán ver el verdadero horizonte.

Déjalos atrás, que no te atemoricen, esa es su mejor arma, conseguir entrar en tu mente para desenterrar todos tus miedos. No los escuches, no los mires, simplemente, pasa de largo, rodealos y fija la vista siempre adelante.

Cuando el viaje se haga pesado, difícil y pienses que las fuerzas te abandonan (porque para que engañarnos camarada días así es fácil encontrarlos, sobre todo al principio de toda aventura que se precie), deja de mirar al frente, levanta la vista, el horizonte te parecerá inmenso, inalcanzable y dudarás si la ruta que trazaste es la correcta. Por el contrario mira hacia arriba, a las estrellas, ellas te señalarán el camino, siempre andan ahí para mostrártelo sin ninguna duda, porque todos sabemos que las estrellas, como esta misión en la que te embarcaste, están hechas de sueños. Sigue el tuyo y no te perderás.

Y si por los azares de la vida los vientos no te son favorables y una y otra vez, te ves varado en medio de la inmensidad, mientras una neblina espesa y persistente te impide mirar a cielo despejado para poder guiarte... si te ves sin salida, angustiado y el día a día se convierte en una carga difícil de sobrellevar... ¡óyeme bien! vira hacia puerto y que nadie te cuestione esa decisión, ¡ni tan siquiera tu propio orgullo!. Amarra de nuevo la nave y baja a tierra con la cabeza muy alta, como un valiente, porque eso es lo que eres, piensa que muchos ni tan siquiera se atrevieron a embarcarse por su sueño y se han limitado a vivir suspirando desde la playa. Tu si lo hiciste, por ese motivo ya mereces todo el respeto y tranquilo, que habrá más islas por descubrir y más barcos donde enrolarse si así lo quieres de nuevo.

Poco más te puedo decir, el resto es cosa tuya. Llena tu cuaderno de vivencias, guíate por tus instintos. Tú, como todos hemos hecho, tienes el derecho (y el deber) de equivocarte, de meter la pata, de pelear con el resto de la marinería, de desobedecer las reglas y las órdenes, de caerte al agua al bajar de las cofas, de rebelarte por vete tu a saber que ideales y de sufrir por algún que otro corazón enamorado. De todo ello aprenderás más de lo que yo pueda enseñarte por mucho que me duela el no poder librarte de algún golpe fuerte que pudieras evitar.

A las 17.49 hora española, desde el muelle, con el sol a nuestra espalda, lo vi partir hacia su destino.

Suerte compañero en tu viaje, yo también quedo con esa inquietud en el estómago y un nudo en la garganta.

Que los vientos te acompañen y te sean favorables. Yo te esperaré en el puerto, donde siempre, sentado en las cajas vacías olvidadas por algún que otro pesquero que nunca regresó. Estaré mirando al mar, como tantas y tantas noches hicimos juntos. Hoy me acompañará una botella.

Esta noche el ron quemará mis entrañas y lanzaré un brindis, por ti, a las estrellas...

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