Es curioso que en la época infantil y adolescente tenemos una cierta tendencia masoquista en la que, sin saber porque, hacemos cosas que sabemos seguro nos van a repercutir negativamente en un castigo o un guantazo (aquí depende de la familia y escuelas y sus métodos educativos).
No sabes por qué pero es inevitable, te han dicho que no toques ahí, pero tocas, te dicen que no hagas eso pero lo haces, que estudies y hagas los deberes y tu... todo al último momento (eso si los haces) aunque sabes, porque te ha pasado una y otra vez, lo que te espera con esa actitud. Da igual, tu a lo tuyo, ¡pero con convicción!. Y eso una y otra y otra y oooooootra vez más.
Tu sabes que llevas las de perder, que te va a costar un castigo serio, un suspenso, quedarte sin lo que más quieres o te gusta pero, una fuerza inexplicable dentro tuyo te hace seguir y encaminarte como un kamikaze hacia el fatal destino, hacia la fatalidad tantas veces ya conocida.
Aun así, puteado, sin paga, sin vacaciones, sin tele, sin salir... sonríes por dentro y piensas que ha molado y sabes que lo volverás a hacer en cuanto se olvide el tema ligeramente.
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