SECCIONES

... Y TODO RECTO HASTA EL AMANECER

Si sabes lo que significa, no te digo nada más, nos vemos allí y lucharemos con los piratas, las fieras y los indios, danzaremos con las hadas y comeremos pasteles imaginarios con los niños perdidos. Si aun así no lo sabes... quizás perdiste un algo dentro tuyo que te impide ver las cosas sencillas e importantes que hay a tu alrededor... búscalo y empezarás a ser feliz.

jueves, 22 de julio de 2010

La reina del jardín.

Es difícil precisar el día que llegaste, simplemente salimos al jardín y allí estabas, con esos ojitos verdes y ese maullido prolongado que parecía que nos perdonaba la vida.

Ni el perro, que odiaba los gatos con toda su alma, consiguió echarte, te hiciste dueña del jardín, de la casa y al final de todos nuestros corazones.

Siempre fuiste un alma libre, callejera, te gustaba entrar y salir de tus dominios, te ausentabas, cazabas y nos traías como trofeo el fruto de tu trabajo gatuno.  Es cierto que esta última parte nunca te la agradecimos mucho pero compréndenos, no estábamos acostumbrados a sobrevivir en la calle como hiciste tu antes de llegar a casa y encontrábamos de cierto mal gusto el ratoncito o el pajarillo que dejabas en la puerta a modo del más valioso de los presentes.  Pero has de reconocer que nunca te lo reprochamos tampoco, nos limitábamos a apartarte de tus futuras presas cuando te veíamos acechante, a escasos metros de algún desdichado animalejo, con tu ceño fruncido, el rabillo moviéndose de un lado a otro y las garras apunto de saltar.

Nunca aguantaste estar encerrada, tu dominio era la calle, el jardín, tu jardín.  En él gobernabas con esos bigotes blancos, te gustaba que nos sentáramos en la escalera para restregarte por nuestras piernas, subir las patitas delanteras al regazo y lamer con esa lengua aspéra de gato todo trocito de piel que se pusiera a tu alcance.

Cuando llegaste a casa te comías el pan duro que el papa echaba a los gorriones, conforme fuiste afianzándote en tu cargo de reina indiscutible, tus gustos cambiaron y de últimas no te comías ni el jamón de york si el paquete no estaba abierto del mismo día... ¡lo que hace el poder y la fama!

Como buena gobernanta te preocupabas, a tu manera, de todos los que te servíamos y te adorábamos.  Salías a recibirme hasta la esquina de la manzana cuando, a altas horas de la madrugada, yo aparecía por ella al llegar de alguna fiesta o cena del pueblo.  Igualmente venías a recibirnos al coche, aunque fueran más de las 3, o las 4 y luego, con tu elegancia, esperabas delante de la puerta a que abriéramos.  Mirabas, decías un solo miau para indicarnos que estabas esperando y pasabas la primera de nuevo, hacia tus dominios.  Solo entonces subías a tu trono a descansar a sabiendas de que toda tu corte estaba sana y salva dentro de las murallas.

Y hoy te fuiste.  Igual que llegaste, en silencio dejaste tu cargo y a todos nosotros.  Aunque sospechábamos que no tardarías en abandonarnos, poco a poco te ibas apagando, poco a poco dejaste de comer.  Ayer por la mañana tus reales patitas ya no soportaban ni el peso de tu corona y aun así, después de tenernos a todos junto a ti dándote los últimos mimos, sacaste fuerza para marcharte, desaparecer de nuestra vista y esconderte en algún lugar tranquilo para terminar tu reinado como tu querías, igual que viniste, como en una nube, como en un sueño.

Esta mañana te hemos encontrado y las lagrimas silenciosas han acompañado tu recuerdo.  Nos perdonarás si te hemos retornado a tus dominios pero pensamos que es ahí donde tienes que tener tu descanso, en ese jardín que tanto querías, entre las matas llenas de bichos para cazar y donde podrás vigilarnos cada noche y cada madrugada cuando lleguemos.  Aunque no puedas salir a recibirnos sabrás que estamos bien.

Hasta siempre mixeta, gracias por habernos elegido un día para compartir contigo un trocito de nuestro camino.

1 comentario:

Tu primo dijo...

Que triste.

Si esta noticia me ha afectado así, no quero saber lo que será cuando se trate de Isis.